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El Ayuntamiento de Bacólod dedica una calle a un agustino recoleto

Pocas personas habrá tan merecedoras de figurar en el callejero de una ciudad como Mauricio Ferrero en Bacólod. Él no había nacido en Filipinas, sino en España, en la ciudad riojana de Arnedo, donde vio la luz en 1844. Profesó como agustino recoleto en Monteagudo (Navarra) el año 1863 y pasó a Filipinas cinco años más tarde.

De los casi 50 años que Mauricio pasó en Filipinas, casi 30 los dedicó a Bacolod, en tres períodos distintos. El primero duró 23 años. El segundo período sólo duró un año, pues fue interrumpido por la Revolución filipina que, en noviembre de 1898, lo tuvo preso hasta febrero de 1900. Fallecería el año 1916, en Manila. No se puede decir que, hasta ahora, Ferrero fuera un desconocido. Desde hace muchos años, su estatua flanquea la entrada principal de la catedral que él mismo construyó.

Inauguración

En la inauguración de la calle intervino, por una parte, el alcalde, Evelio Leonardia. Junto con él participó también el obispo de Bacólod, monseñor Vicente Navarra, cuya residencia es el mismo edificio, próximo a la catedral, que Ferrero construyó como casa parroquial, enteramente en madera y sin un solo clavo. El tercer interviniente fue Lauro Lárlar, prior provincial de los agustinos recoletos. La Orden posee en la capital negrense uno de sus centros de enseñanza más prestigiosos, la Universidad de Negros Occidental-Recoletos (UNO-R). Justamente en esta universidad, propiedad de los agustinos recoletos, se había inaugurado dos años antes, el 5 de diciembre de 2007, un aula dedicada al mismo personaje, el “Fr. Mauricio Ferrero Hall”. En ella se han instalado las dependencias correspondientes al Programa de Gestión de Hoteles y Restaurantes.

El acto se desarrolló en dos escenarios. Primero, en la propia calle. Tras entonar el himno nacional, tuvo lugar la lectura del acta municipal por la que a la calle se le asignaba el nombre del ilustre recoleto. A continuación, el obispo Navarra bendijo la placa conmemorativa, que a su vez descubrió el alcalde de la ciudad. El segundo acto fue académico y cultural. El escenario fue el palacio de congresos. En él intervinieron los historiadores Enmanuel Luis Romanillos y Modesto Sa-onoy.